“Doloroso es el tiempo que entre dudas se pasa”
-Séneca.
Pasan los años, no queda tiempo.
Cae el futuro y latente el pasado,
recuerda que cualquier tiempo
ya olvidado, parece mejor.
Pero seguimos valientes, estoicos;
sin olvidar pero sin volver a errar.
Los recuerdos, a veces, son duros.
Piensas en donde estaba tu vida,
en la tranquilidad de la juventud
y en la comodidad que te generaba.
Luego recuerdas por qué cambiaste,
por qué cambió todo.
Y sonríes.
Y me reitero: pasan los años;
el tiempo se va volando.
Pasó un año desde toda una vida,
para empezar otra.
Pasa la vida, y no te das cuenta.
Pero pasa.
En la mente aún viven
veranos verdes de columnas
y castillos, de torres, colgantes
y experiencias.
De amores duraderos,
de frescas colinas,
de faldas de cuadros.
Inmensos lagos,
de los que no alcanzas
a ver el otro lado.
De promesas irrompibles,
de incumplibles juramentos
del caluroso verano,
que nos recuerda que
Todo tiene un tiempo.
Un tiempo ya pasado.
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