Dice el Maestro Machado: “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla […]”
Mi infancia son recuerdos de un barrio de Sevilla,
de casa perla y sangre verde.
De moteadas naranjas y calor infernal;
azahar blanco y olor celestial.
Aventuras salvajes de juventud desmedida,
de paseos de sol a sol y pipas sin sal.
Recuerdos de cristales rotos,
de aromas cítricos en las manos.
Mi infancia pasa por grandes amigos,
algunos amores y otros tantos desengaños.
El olor a goma quemada, bicicletas rotas,
caerse y levantarse, pertenecer al rebaño.
Olor a madera, brezo quemado. Llantos y gozos;
risas descontroladas.
Tardes eternas frotando plata,
olor a incienso.
Noches con nuestro Padre
y nuestra Madre
iluminando a su paso.
De ir cabizbajo a la escuela, tostada en mano;
llegar tarde.
Aulas de castigo en las que estábamos todos,
risa, luego excusa, luego en casa lamento.
Olor a libro nuevo, a cuaderno de cuadros.
Bolígrafo “Bic” de cerbatana,
“Pilot” para las manos azules.
Correr en el recreo, fútbol en la esquina,
desierto de alvero sin fin; ahora tapado.
Rodillas magulladas, zapatos agujereados.
Adolescencia tardía, casi obsoleta.
Amando y viviendo el día a día, disfrutando
cada momento.
Veranos de playa y estudio,
competir por suspensos; alegrarnos aprobando.
Mi infancia son recuerdos de un barrio de Sevilla…
son recuerdos con mis amigos de Sevilla.
Capeando temporales, disfrutando del sol.
De lagos, naranjos y colinas agrestes.
Amores, risas, llantos.
Balones embarcados, bicicletas y naranjazos.
Experiencias eternas,
veinte años de la mano.